En el club de fútbol Mutilvera, la psicología deportiva ha encontrado un espacio propio gracias al trabajo constante y comprometido de su psicóloga, Marina Uría. Desde hace tres temporadas, acompaña a los equipos de fútbol base en un proceso que va más allá del rendimiento: se trata de cuidar el bienestar emocional de jugadores, entrenadores y familias.
Su trayectoria comenzó con la carrera de Psicología, seguida de una especialización en salud mental a través de másteres y cursos expertos. Durante años trabajó en distintos ámbitos, desde atención temprana con niños hasta talleres de envejecimiento positivo en centros de mayores. Pero hace cuatro años, decidió dar un giro: “Siempre he estado vinculada al deporte, aunque no al fútbol. Me apasiona, y decidí especializarme en ello”, cuenta.
Ese impulso la llevó a cursar el máster en Psicología Deportiva en la UNED, donde el segundo año incluía prácticas. Fue entonces cuando contactó con la Mutilvera. “La acogida fue increíble. Desde el primer momento me abrieron las puertas para hacer las prácticas. Aprendí muchísimo y al terminar la temporada me ofrecieron quedarme. Ahora ya estoy en mi tercera temporada”.
Aunque no hay un “día típico”, su trabajo se adapta al ritmo de la temporada. En los primeros meses, se dedica a planificar materiales, diseñar formaciones para entrenadores y estar presente en los entrenamientos. “Intento que me vean en el campo, que se normalice mi figura. No voy a evaluar, sino a observar, a entender qué necesitan los entrenadores y cómo puedo ayudarles ".A medida que avanza el curso, especialmente en diciembre y enero, aumenta la demanda de sesiones individuales. Jugadores, entrenadores y familias acuden a ella para abordar inquietudes personales o deportivas. “Por eso todo lo que quiero implementar lo dejo preparado desde el inicio. Si no, luego no me da tiempo”.
Marina trabaja tanto en sesiones individuales como grupales, aunque estas últimas dependen de la demanda de los entrenadores. “Me encantaría poder dedicar tiempo a cada equipo, pero no es viable. Si un entrenador me pide que intervenga, vemos juntos qué necesita el grupo y decidimos si hago seguimiento, observo entrenamientos o realizamos alguna dinámica”.
Las sesiones individuales se gestionan mediante un protocolo interno, y su objetivo no es solo resolver problemas, sino acompañar. “Todo el que quiso reunirse conmigo la temporada pasada, aunque fuera una vez, lo hizo. Es importante que sientan que tienen ese espacio”.
Las inquietudes que comparten los jugadores varían según la edad. En fútbol 8, predominan el miedo al error, la integración en el equipo y el contacto físico. En infantil y cadete, la presión por el rendimiento, la gestión de los estudios y las dificultades de comunicación con entrenadores o familias. “El fútbol genera emociones muy intensas. No es un deporte violento, pero el contacto físico puede asustar. Y cuando hay derrotas, nervios o frustración, esas emociones se viven con mucha fuerza. Mi trabajo es ayudarles a ponerles nombre, entenderlas y gestionarlas”.
Desde el enfoque cognitivo-conductual, Marina ayuda a los jugadores a comprender que sus emociones no dependen tanto de la situación como de la interpretación que hacen de ella. “Perder o ganar tiene el valor que nosotros le damos. Si aprenden a ver la derrota de otra manera, pueden gestionarla mejor”.En el caso de las lesiones, cada una genera emociones distintas según su gravedad y duración. “No es lo mismo estar parado meses que seguir entrenando con limitaciones. Lo importante es entender qué emoción surge y por qué”.
Dado que no puede intervenir directamente en todos los equipos, trabaja de forma indirecta a través de los entrenadores. “Ellos son los adultos de referencia, quienes más tiempo pasan con los jugadores. Son fuente motivacional por cómo hablan, cómo organizan el entrenamiento y cómo crean la identidad del equipo ".A través de formaciones y recursos, les ayuda a generar climas positivos, fomentar la cohesión y trabajar la motivación desde el día a día. “No se trata solo de dinámicas puntuales, sino de cómo se construye el equipo desde dentro”.
Marina explica que el rendimiento deportivo se sostiene sobre cuatro pilares: físico, técnico, táctico y psicológico. “Si una pata falla, la mesa se tambalea. Por eso, el trabajo psicológico puede mejorar directamente el rendimiento en el campo”. Pero también insiste en que el bienestar personal es inseparable del deportivo. “Si un jugador está nervioso en el campo, probablemente también lo esté en el instituto. Las herramientas que aprende aquí le sirven para su vida fuera del fútbol”.
Aunque aún queda camino por recorrer, la Mutilvera es uno de los pocos clubes en Navarra que cuenta con una psicóloga deportiva estable. “La figura del psicólogo ya no se ve solo como solución a problemas, sino como herramienta de crecimiento. La Mutilvera está siendo pionera en esto ".La evolución es evidente: cada vez más entrenadores acuden a ella para pedir consejo, compartir inquietudes o consultar sobre sus equipos. “Se está normalizando mi presencia, y eso es muy positivo”.
Marina aconseja a los jóvenes deportistas “Que le den importancia a su salud mental. Si te duele la rodilla, vas al fisio. Pero si te cuesta respirar antes de un partido, también puedes pedir ayuda. Y que aprendan a distinguir lo que depende de ellos y lo que no. Eso les ahorrará mucha frustración”.
Al final de la entrevista, queda claro que su labor va más allá de lo técnico. Es un trabajo de acompañamiento, de estar presente, de ofrecer herramientas para que los jóvenes deportistas puedan crecer en lo personal y en lo deportivo. Por ello, desde aquí queremos agradecerle su dedicación, su sensibilidad y su compromiso con el bienestar de quienes forman parte del club. Su trabajo, deja una huella profunda.